Explora conmigo 5 cantinas que se han convertido en clásicos, y que son de mis favoritas, en la cosmopolita Ciudad de México
“Estoy en el rincón de una cantina
oyendo la canción que yo pedí
me están sirviendo ahorita mi tequila
ya va mi pensamiento rumbo a ti”
José Alfredo Jimenez
Las cantinas, en todo México, son una verdadera tradición, sinónimo de alegría, de canciones, de compartir, de biencomer y bienbeber; pero también de refugio contra la soledad, de guarida contra el desamor, de lugar idóneo de catarsis para el despecho. Acaso, por ello, hay tantas canciones, cuentos, novelas, historias y pinturas que las celebran, que les han hecho oda o las han retratado, para no olvidar que, hasta en los peores momentos, siempre tendremos “el bar de la esquina”, nuestra propia “mesa del rincón”.
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“Cantinero que todo lo sabes/ he venido a pedirte un consejo” canta José Alfredo Jiménez para expresar esa otra esencia de las cantinas en México, ese confesionario, ese lugar que da posibilidad a “brindar con extraños y a llorar por los mismos dolores”. Porque las cantinas mexicanas, y en particular en Ciudad de México, siguen siendo lugares de encuentro familiar o refugio individual, donde compartir una copa con un desconocido, o simplemente llegar con tu psicólogo de cabecera ubicado detrás de la barra es de todos los días.
Un poco de historia
De acuerdo a uno de nuestros grandes cronistas y escritores, Salvador Novo, el concepto de las cantinas llegó a nuestro país después de la invasión estadounidense de 1847. Sus “saloons” o “cantinas”, eran lugares dedicados a la venta de alcohol, por copa, sin necesidad de alimentos, y a donde los soldados iban a olvidar penas y dolores.
Así pues, las cantinas empezaron a surgir en todo nuestro territorio, sin embargo fue hasta 1857 cuando oficialmente se dio la primera licencia para una cantina: el honor fue para El Nivel, a un costado de Palacio Nacional y era considerada “la cantina de los presidentes” pues todos ellos, hasta Miguel de la Madrid, la frecuentaban para tratar, de forma más relajada e informal los asuntos de estado. Desafortunadamente, cerró en 2008, quedando atrás las historias de cuando Fidel Castro y el Che Guevara planearon en su barra la Revolución cubana o las visitas que Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siquerios le hacían.
No menciono a mujeres famosas que la recorrieron, porque fue hasta 1982 que se les permitió el acceso a las cantinas. Durante más de 100 años, el acceso estuvo prohibido a perros, mujeres, mendigos y uniformados (en ese orden); y he de decir que, desgraciadamente, en algunos lugares del interior de la república mexicana, el acceso sigue restringido a mujeres.
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Sin embargo, hoy haremos un recorrido por las más icónicas y las más antiguas; las más clásicas de diferentes latitudes de Ciudad de México, pues no podríamos abordarlas todas. Y es que, tan solo en el Centro Histórico, hay más de medio centenar de cantinas de culto: el Gallo de Oro, la Peninsular, Salón España, La Faena, Puerta del Sol, los Portales de Tlaquepaque, etc., que te invitamos también a descubrir, pues cada una tiene su historia y encanto particular, pero ahora te recomendaremos solo cinco de las más clásicas, que tienen más o menos 100 años desde que se fundaron y, hasta la fecha, siguen frecuentándose.
Esta cantina se honra en tener la licencia oficial 0002 de CDMX, y la presume en la puerta de entrada; data de 1870 y, no solo guarda la magia de la nostalgia de las cantinas antiguas coloniales, sino que, por si fuera poco, está ubicada en la que fuera la casa del gran poeta Renato Leduc, quien tuvo el privilegio de poder entrar a la cantina con su esposa, la pintora Leonora Carrington.
Fotografías de sus parroquianos frecuentes pueblan sus paredes; su lema es “Visitada por escritores, pintores, compositores, cantantes y parroquianos”. Si eres curioso podrás identificar en las fotos a personajes como el actor Héctor Bonilla; los escritores Eusebio Ruvalcaba, Carlos Monsivais u Octavio Paz, y demás personajes como José José, Jacobo Zablludowsky o Marco Antonio Muñiz.
📍Plaza de la Constitución 6, Tlalpan Centro, CDMX
Fundada en 1925 (mismo año que llegó el mariachi a la plaza de Garibaldi) por el comerciante coculense Juan I. Hernández, esta cantina es, tal vez, una de las más vivas y vibrantes de la ciudad. Por este ambiente constante de mariachis, norteños o tríos que la visitan para acompañar los convivios de los parroquianos; mismo ambiente que la ha llevado a aparecer en más de 50 películas encabezadas por Tin Tan, Cantinflas o Pedro Infante. Pero también, personajes tan disímiles como Luis Miguel, Enrique Bunbury, Óscar de la Renta o Forest Whitaker, han desfilado por sus mesas, compartiendo tequila y canciones.
En esta cantina muchas veces se emborracharon José Alfredo Jiménez, Juan Gabriel, Chavela Vargas o Jorge Negrete; y varios (muchos) más. Es la cantina por excelencia de Garibaldi; el lugar donde los mariachis invaden sus espacios para cantar, turnándose por diferentes mesas al calor de los tequilas y el canto: “parranda y tenampa/ mariachi y canciones/ así es como vivo yo”, cantó Jose Alfredo a este lugar y ambiente parrandero que sigue hasta el día de hoy.
📍Plaza Garibaldi 12, Centro, CDMX
3. El Tío Pepe
En esta cantina se han filmado más de 50 comerciales, series y películas. Fundada en 1869, presume tener una de las barras de caoba más antiguas de la ciudad, que además, la engalana el famoso vitral original del cognac Hennesy.
Es visitada asiduamente desde sus inicios por periodistas, escritores, cantantes y artistas plásticos. Por ubicarse justo en el corazón del Barrio Chino, el escritor Federico Gamboa, la inmortalizó en su novela La llaga, de 1913: “y en la esquina de Independencia y Dolores, el chino, nervioso, invitó a tragos, en «El Tío Pepe», donde atizaron sendos tequilas con su dedada de sal previa”. Costumbre que se sigue hasta hoy en día, pues los sendos tequilas, cubas y whiskys, suelen fluir entre sus divanes antiguos y su barra majestuosa, mientras ese ambiente cantinero inunda el lugar.
Como dato curioso, en 1915 el Tío Pepe figuró en los anales del crimen como uno de los tugurios que frecuentaban los miembros de la Banda del Automóvil Gris, conformada por ladrones que habían consumado la “hazaña” de asaltar la Tesorería General de la Nación. Otros de sus grandes visitantes frecuentes fueron el escritor William Burroughs, Fidel Castro o el Che Guevara.
📍Av. Independencia 26, Centro, CDMX
4. La Ópera
Es famosa por su imperial decoración estilo Luis XVI, con divanes en terciopelo rojo y paredes y columnas con detalles en dorado; y por ser el lugar donde aún se conserva un balazo de Pancho Villa en el techo, el cual dio durante su entrada triunfal junto a Emiliano Zapata para celebrar el triunfo de la Revolución Mexicana. Sin duda, La Ópera se ha vuelto una cantina imperdible en el Centro Histórico de Ciudad de México, desde su fundación en el año 1876.
Además, es un lugar riguroso de las tertulias y las charlas de sobremesa o para ir después de asistir a algún espectáculo artístico de Bellas Artes. No por nada esta cantina era el lugar predilecto de Porfirio Diaz y su esposa; y, a partir de ahí, también de todos los presidentes de México. Por otro lado, Carlos Fuentes, Octavio Paz, José Luis Cuevas, son algunos de los múltiples personajes que han ocupado sus mesas para expandir ese ambiente bohemio y sofisticado que la caracteriza, acompañados siempre de buenos tragos y sus excelentes caracoles en chipotle, su chamorro a la gallega o su lengua a la veracruzana.
📍Av. 5 de Mayo 10, Centro Histórico, CDMX
Fundada en 1904, esta cantina de Ciudad de México sin duda evoca el tiempo de las conquistas revolucionarias de las colonias populares. Ubicada en la colonia San Miguel Chapultepec, fue de las primeras cantinas que se salieron del Centro Histórico, y que hasta el día de hoy mantienen fuerte su tradición de gran comida y bebida en un ambiente bohemio y de camaradería.
Toma su nombre, justamente, porque desde sus grandes ventanales se podía observar el Castillo de Chapultepec, que era el guardián de las conversaciones en sus mesas y en la barra de abogados, jueces, políticos, artistas de la farándula y escritores, los cuales siguen siendo sus parroquianos frecuentes.
No te puedes ir de aquí sin pedir su chamorro o sesos estilo Toluca; sus tacos sudados de lengua; o su muy famoso Tribilín, un plato frío que combina camarón, puntas de filete de res y cubos de pescado con la salsa especial de la casa.
📍Av. Chapultepec 606, San Miguel Chapultepec, CDMX