Diciembre es una temporada de luces, aromas y sabores que evocan calidez, hogar, compañía y, por supuesto, un buen brindis con bebidas especiales
Las bebidas tradicionales de diciembre cuentan historias fascinantes, algunas tan antiguas como el fuego que las calienta y muchas de ellas que poco escuchamos contar en nuestras latitudes. Hoy les invito a dar un paseo por cinco tradiciones navideñas, donde cada sorbo deleita el paladar y nos conecta con la rica diversidad cultural que adorna esta festividad.
- 1. Alemania
Comenzamos en Alemania, donde el nombre Feuerzangenbowle suena casi tan épico como su preparación. Imagina un grupo de amigos reunidos alrededor de una mesa, expectantes, mientras un cono de azúcar empapado en ron se prende en llamas, iluminando la estancia con su danza de fuego. Este “ponche de fuego” es tan teatral como delicioso: el azúcar caramelizado se desliza lentamente a través de una rejilla, que se sostiene sobre un recipiente que contiene vino caliente especiado, creando una bebida que acalora el alma con cada sorbo. Esta tradición es un espectáculo visual y una experiencia que representa el arte de hacer del invierno algo acogedor.
- 2. Italia
Cruzamos la frontera para llegar a Italia, donde el Vin Brûlé aparece como una joya en los mercados navideños. Desde finales de noviembre, esta versión italiana del vino caliente convierte las calles en un festín de aromas afrutados y especias. Con miel, cáscaras de naranja, canela, nuez moscada, jengibre y un toque de pimienta, esta bebida no solo calienta el cuerpo, sino también el corazón. Es el compañero perfecto para perderse entre las luces de los mercados y su abanico de aromas, dejándose llevar por el espíritu festivo de diciembre que envuelve cada rincón de Italia.
- 3. Grecia
El Tsipouro, con raíces que se remontan a los monasterios del Monte Athos hace más de siete siglos, ha pasado de ser una bebida humilde elaborada con los restos de uvas prensadas a un destilado emblemático de Grecia. Era la bebida del enólogo, algo así como la grappa en Italia y el orujo en España; es decir, una bebida alcohólica elaborada a partir del residuo del proceso de elaboración del vino para beber con la familia y con los amigos. Aunque el Tsipouro en su forma habitual ya es fuerte, en Navidad se lleva a otro nivel.
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Como otras bebidas destiladas, el tsipouro puede dejarse añejar en barricas por largas temporadas, lo que le confiere a este destilado una complejidad que acompaña la sobremesa navideña con postres a base de yogur con miel y nueces. Este proceso, casi ritual, transforma el invierno griego en un sinfín de aromas cálidos y un sinfín de brindis.
- 4. Venezuela
De Grecia cruzamos continentes para aterrizar en Venezuela, donde el Ponche Crema trae consigo una historia que comenzó en 1900 y que ha ido evolucionando con el paso de los años. Aunque su receta original incluía leche, huevos, azúcar y alcohol puro de uva, cada familia venezolana ha hecho de esta bebida una tradición propia. Variaciones con leche condensada, toques de cáscara de limón, canela y, por supuesto, ron, hacen de cada Ponche Crema una experiencia única. Es como si, con cada sorbo, pudiéramos saborear la calidez de los hogares venezolanos y el cariño con el que se prepara año tras año.
- 5. Colombia
Finalmente, viajemos a su vecina Colombia que nos recibe con su Canelazo. En una noche lluviosa o en plena celebración navideña, esta bebida hace su magia. Con aguardiente, panela -que en México llamamos piloncillo- y canela como protagonistas, el Canelazo captura la esencia de la tierra colombiana en una taza humeante. No hay nada como el contraste entre el calor de la bebida y el frescor de las noches andinas. Es la combinación perfecta de lo dulce y lo picante, de lo tradicional y lo popular, y de lo simple y lo reconfortante.
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Si prefieren algo aún más simple pero sorprendente, una taza de chocolate caliente que derrite en su interior unos cuantos trozos de quesillo -o queso Oaxaca para nosotros- harán explotar el paladar con la combinación de sabores dulces y salados que nada le envidian a los tradicionales malvaviscos.
Estas tradiciones, aunque distantes en geografía, comparten un mismo espíritu: la celebración de la unión, el calor y el brindis en torno a una bebida que, además de reconfortar, invita a celebrar. Vivimos una época que se nutre con la búsqueda de nuevas experiencias que llenen nuestras mesas y sus recuerdos. Los invito a que, este final de 2024 se atrevan a probar algo nuevo y llevar el espíritu festivo del mundo a su mesa. ¿Y quién sabe? Tal vez terminen creando su propia tradición con cada sorbo.
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