Descubrir las bondades de un fermentado milenario como lo es el sake, y utilizarlo en la coctelería, no podría ser más contemporáneo
En los últimos años, veo cada vez más consumidores preocupados para las cantidades de alcohol que ingieren, buscando beber más saludablemente y siguiendo tendencias como el dry january. Entonces nacieron los famosos cocteles sin alcohol, mejor conocidos como mocktails o mocteles, para quienes de plano no quieren saber nada de este controversial pero primordial elemento para un bartender de oficio hecho de etanol y metanol.
Honestamente, no he llegado a la extrema decisión de cerrar la puerta al alcohol en un coctel. El cual creo que es indispensable para lograr, por un lado, un equilibrio de sabores, y por otro, intensificar todos los ingredientes participantes de la receta. Sin embargo, he buscado alternativas que permiten bajar la graduación alcohólica. Una de ellas es intercambiar una bebida destilada por una fermentada, aún en las recetas más clásicas. Y para esto el sake es el comodín perfecto.
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Al ser de arroz, no se puede considerar un vino, aunque fermenta igual que este, ya que es en promedio dos o tres grados más alto en alcohol. Esta bebida, por alguna razón misteriosa, ha logrado entrar en el libro de recetas de los bartenders más atrevidos que llegan a proponer en sus bares tragos con ella, por ejemplo, un saketini, clásico martini donde el sake sustituye en parte o totalmente a la ginebra. Y porqué no, también un mojito con sake en lugar de ron, y hasta una piña colada hecha con la cada vez más famosa bebida fermentada de arroz de origen japonesa. Lo que permite esta bebida es ofrecer una opción más digerible y con menos graduación alcohólica, que empata perfecto con las tendencias de los consumidores en México y más allá.
Aquí solo me queda una petición para los mejores mixólogos de México. Al ser el sake un creador de umami, este sabor único que los japoneses llaman el quinto gusto, y que traducido occidentalmente simplemente significa “lo que es sabroso”, un cocktail con sake tiene mayor posibilidad de alcanzar ese famoso umami. Recuerdo muy bien haber probado un saketini en un restaurante tailandés de la CDMX con un fatwash de piel de pollo, tan lleno de umami que lo sigo saboreando.
Kanpai!
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