Este 19 de junio celebramos una de las pocas bebidas en el mundo que tienen el encanto y sofisticación, el martini
Entre los clásicos de clásicos, aparece el martini. Tal ha sido su reconocimiento a nivel internacional que cada 19 de junio festejamos su existencia. Ua de las imágenes que llegan a la mente al pensar en esta bebidas, es la copa, con su distintiva copa en forma de “V” no sólo es un símbolo de estilo, sino que también cumple una función práctica: mantener la bebida fría hasta el último sorbo. Más allá de su presentación, el martini es sinónimo de buen gusto y refinamiento.
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Al martini también se le conoce como la “bala de plata” porque es limpio, frío y siempre certero. Su sencillez y equilibrio han hecho que sea la elección perfecta para quienes buscan un coctel sin artificios, pero con una gran presencia.
Un origen enigmático
El martini tiene un origen rodeado de misterio. Existen varias versiones sobre su creación, pero una de las más aceptadas lo sitúa en la segunda mitad del siglo XIX en Estados Unidos. Se dice que el legendario bartender Jerry Thomas, en San Francisco, preparó por primera vez una bebida llamada “Martínez”, en honor a la ciudad de Martinez, California.

Otra teoría sugiere que evolucionó del “Gin & It”, un coctel británico que mezclaba ginebra con vermut italiano. También se cuenta que un buscador de oro, tras celebrar su fortuna en un bar de Martinez, California, pidió champán, pero al no haber disponible, el cantinero improvisó con ginebra, vermut, amargo, licor de marrasquino y una rodaja de limón, dando origen al “Martinez Special“. Al viajar a San Francisco, este cliente pidió la misma preparación y ayudó a popularizarla. Otros relatos lo ubican en Nueva York, en el prestigioso Hotel Knickerbocker.
Lo cierto es que, sin importar su verdadero origen, el martini rápidamente se convirtió en el preferido de la élite y la alta sociedad.
El martini clásico se compone de una parte de vermut seco y cuatro o cinco partes de ginebra, decorado con una espiral de cáscara de limón o una aceituna. Sin embargo, su versatilidad permite distintas variaciones:
- • Húmedo: mayor cantidad de vermut
- • Seco: menos vermut
- • Extraseco: solo un toque de vermut
- • Limpio: sin guarnición de aceituna o cáscara de limón
- • Sucio: se le agrega jugo o salmuera de aceitunas
- • Gibson: se sustituye la aceituna por una cebolla encurtida
- • Canguro: se emplea vodka en lugar de ginebra

En cuanto a la temperatura, puede servirse en las rocas, con hielo en la copa; “solo”, con los ingredientes previamente enfriados; o “puro”, sin enfriamiento adicional. También existen versiones dulces, utilizando vermut dulce en vez de seco, o “perfecto”, combinando ambas variedades de vermut. Por otro lado, puede prepararse mezclado suavemente con cuchara o agitado en coctelera, una preferencia que inmortalizó el agente secreto más famoso del cine.
Una bebida atemporal
Desde los clubes más exclusivos de Londres hasta las barras más refinadas de Nueva York, el martini ha conquistado a conocedores y celebridades. Franklin D. Roosevelt, expresidente de Estados Unidos, era un apasionado de este coctel y siempre llevaba consigo un kit de preparación durante sus viajes.

Su fama y elegancia se deben, en gran parte, a su sencillez. Pocos cocteles logran destacar con tan pocos ingredientes, pero precisamente esa pureza lo convierte en una bebida inigualable. Su estilo sobrio y sin adornos innecesarios lo ha mantenido vigente a lo largo del tiempo, trascendiendo modas y tendencias. Hoy, con innumerables variaciones, el martini sigue siendo un símbolo de distinción, un ritual de refinamiento y la elección ideal para quienes disfrutan de la buena vida en cada sorbo.