Tan emblemático como un buen ron cubano, o tan exclusivo y distinguido como un vino de Burdeos, el whisky ha creado su propio camino en el mundo de las bebidas espirituosas
📸: Daniel Pineda R.
El whisky tiene una historia muy interesante respecto de su nacimiento, pues se cree que las primeras destilaciones surgen en Irlanda, sin embargo, las evidencias escritas apuntan a que fue el fraile escocés, John Cor, quien en 1494 le regaló al mundo esta bebida de malta también conocida como acqua vitae – agua de vida o también conocido como uisge beatha en gaélico – que no solo era de consumo recreativo, sino también espiritual.
Hecho a base de distintos cereales como la cebada, el trigo, el centeno, o incluso el maíz, el whisky también era conocido como un regalo de Dioses en la cultura celta debido a que su consumo les permitía mantener no solo el cuerpo, sino también el alma cálidos y así enfrentar los crudos inviernos del Viejo Continente.
La ley seca y el libre albedrío
Pero no todo fue miel sobre hojuelas… Mientras que en Europa este destilado se popularizaba fastuosamente debido a la gran cantidad de destilerías que fueron surgiendo, sobre todo en Escocia, al otro lado del mundo el whisky se enfrentaba a uno de los mayores retos en su evolución: la Ley Seca en Estados Unidos. Claramente, el objetivo de esta promulgación era la de prohibir la venta y el consumo de bebidas alcohólicas y así reducir los problemas sociales y de salud que existían en los gloriosos años veinte.
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Desafortunadamente, lo único que provocó esta ley fue que el consumo de alcohol – entre ellos el whisky – aumentara vertiginosamente y con ello creció el crimen organizado y por supuesto, el contrabando de alcohol, pues ahora la única manera de adquirir esta bebida era bajo prescripciones médicas que se otorgaban a diestra y siniestra.
Para 1933, el mercado negro de alcohol era tan grande, que no le quedó más opción al gobierno norteamericano, que erradicar la Ley Seca y permitir nuevamente el consumo de esta bebida en todo el país.
Retomando el rumbo
Hoy en día, el whisky se fabrica en distintas regiones del mundo, incluído México, honrando y preservando el aroma y sabor tan característicos que este posee, haciendo que las particularidades provengan de su destilación que va de entre dos y hasta cuatro veces en alambique de cobre, así como del lugar donde se fabrique, obteniendo sabores tanto robustos y ahumados, como suaves y equilibrados.
La intención de hoy es rendir un homenaje a este destilado, por lo que aquí ofrecemos algunas sugerencias para fomentar su consumo de manera responsable:
- 1. Catas de whisky: en una actividad como esta, existe la oportunidad de explorar distintos estilos y características de acuerdo a la región. Estas catas pueden ser guiadas por expertos, en donde se pretende compartir tanto el proceso de fabricación como la forma correcta de tomarlo.
- 2. Visita a destilerías: aquí se tendrá la oportunidad de vivir el proceso de fabricación en tiempo real y finalmente, degustar de los frutos de su elaboración.
- 3. Maridajes: siempre será una increíble opción acompañar los sabores complejos del whisky, con algún platillo en particular algún postre, e incluso con una buena tabla de quesos y carnes frías.
Aparte, hay que reconocer que el whisky es una bebida que honra todo el proceso, incluídos a los maestros destiladores y a las historias que existen detrás, apreciando la dedicación y el esfuerzo que se realiza para su elaboración. Así es que ya lo sabes, levanta tu vaso y brinda por el whisky, por la historia, y por la comunidad global que comparte una pasión por esta bebida espirituosa. ¡Salud!